4.23.2009

¿DÓNDE VIVÍMOS?
En nuestros días, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades. Las poblaciones urbanas consumen el 75% de los recursos naturales del mundo y generan el 75% de los residuos. Las ciudades se han convertido en consumidoras de enormes cantidades de recursos naturales y generadoras de impactos ambientales masivos.
Vivimos en grandes ciudades compuestas por la aglomeración de altos edificios, éstos con mala ventilación natural afectan al equilibrio natural del calor: el uso de energía, el calor diurno atrapado por las estructuras urbanas y la liberación más lenta durante la noche del calor almacenado, crea un efecto de "isla de calor", una ola general de calor.

Las inversiones térmicas, comunes sobre las áreas urbanas, atrapan las emisiones industriales y la quema de combustible contribuyen a la formación del nocivo "smog" fotoquímico y en la formación de los famosos gases invernaderos, los responsables de la destrucción de la capa de ozono.

La eliminación incorrecta de los desechos urbanos e industriales contribuye al deterioro de la calidad del agua y a la extinción de seres vivos. Los habitantes que viven en las cercanías de industrias altamente contaminantes y que trabajan con desechos peligrosos, se exponen ante un riesgo para la salud.

En el ambiente de la vivienda, una de las principales preocupaciones es la quema interior de los combustibles tradicionales, altamente contaminantes; para la cocina y la calefacción, que con frecuencia resulta en el contacto diario con elevados niveles de compuestos tóxicos.

La agricultura, la minería, la tala de árboles, la sobre pesca y la proliferación urbana, son los responsables de la destrucción de hábitats y en muchas ocasiones de la extinción de especies en el mundo. Las causas adicionales incluyen, la fragmentación de hábitats, procesos geológicos, cambios climáticos, especies invasoras, alteraciones de los nutrientes, y las actividades humanas.

Los recursos hidraúlicos se estan acabando o degradando, lo que provoca un aumento en el costo de su abastecimiento, surgiendo así la necesidad de explotar nuevas fuentes. El bombeo exsecivo del agua subterránea provoca el hundimiento de la tierra, disminución del nivel freático y problemas de salificación. La degradación de la tierra, afecta también a la propia gente que habita tales áreas, ya que estan expuesto a mayores peligros de salud debido a: inundaciones, deslaves de tierra y lodo, y erosión; sus viviendas e infraestructura comunitarias circundantes, son vulnerables a los accidentes, el daño y el colapso.

La disminución de costos y la maximización de beneficios, dirigidas por la producción para la ganancia, conducen a la explotación mineras. Esta consiste en sacar de la mina, que puede ser también una zona de pezca en el océano, un bosque o tierra vírgenes, toda la materia prima que pueda y durante todo el tiempo que sea rentable, sin preocuparse de los daños sociales o ecológicos (considerados como "daños colaterales") y luego volver a repetir en otro lugar la mísma acción.

En definitiva, el origen de los problemas ecológicos reside, en que, en el marco del capitalísmo, el trabajo humano no interactúa con la naturaleza, como trabajo concreto de valores de uso, sino como trabajo abstracto productor de valor de cambio, en el seno de movimiento infinito de valorización del capital.


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